La Cuesta de mayo
EL CORREO VIERNES, 18 DE MAYO DE 2007 SOCIEDAD
Un traje de marinero, 200 euros; un vestido de comunión, 400 euros; la cadenita de oro con su placa, 50 euros; la peluquería, 30 euros en el caso de las niñas y 10 en el de los niños; el banquete, 2.400 euros; las fotografías y recordatorios, 525 euros; la eucaristía... no tiene precio. Mayo es el mes de las comuniones, unos acontecimientos religiosos que han alcanzado la dimensión social y económica de auténticas bodas. Hasta tal punto, que hay quien tiene que pedir un crédito para afrontar la primera comunión de un hijo. Los gastos que este sacramento acarrean han aumentado en un 4% respecto a 2006, según la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU). El gasto asciende, en el caso de las niñas, a 3.500 euros por término medio en España, y a 3.200 euros en el de los chicos. «Me da pena toda esta parafernalia, porque resta importancia a la consagración en sí», se lamenta José Ignacio Iturmendi, delegado diocesano de catequesis de Vizcaya, quien sitúa la comunión en dos planos diferentes: «Significa, en primer lugar, una manera de vivir y compartir valores de fraternidad con las personas que te rodean. Después viene la comunión con Jesús, que no debiera darse sin cumplir la primera parte ». Él recuerda la suya como una celebración a la que, como mucho, asistieron veinte personas: «Era como juntarse con la familia en Navidad, pero siendo tú el centro de atención». Cuando compara aquellos recuerdos con los tiempos actuales, no comparte estos excesos «porque no se vinculan al mensaje de Jesús, que simboliza la pobreza».Por su parte, Elisa Usategui, socióloga y docente de la Universidad del País Vasco, advierte de que la secularización es una realidad imparable. «La comunión, que era un paso iniciático dentro de la sociedad cristiana, ahora es un acto social en el que el elemento religioso cada vez tiene menos relevancia», explica. En su opinión, el nivel económico marca este tipo de eventos, junto con la preocupación por quedar bien ante los invitados. «Ocurre como con los coches. El materialismo impera en nuestra sociedad, por eso la comunión cada vez está más secularizada y cada vez hay más invitados». Y lo constata con un ejemplo: «Las parroquias que han intentado unificar los trajes para no mostrar las diferencias sociales se encuentran con el rechazo de las familias». Menos confirmaciones En los tres últimos años, el número de comuniones se mantiene constante, según las estadísticas realizadas por la Diócesis vizcaína. Cada año reciben la primera eucaristía alrededor de 2.500 niños y aproximadamente 600 de ellos continúan después ligados a la parroquia de una forma activa, ya sea mediante la catequesis o en movimientos parroquiales tales como los scouts. «Donde se nota un descenso es en las confirmaciones», afirma Iturmendi. Hace dos años se registraron 787 y el pasado año, 588. José Ignacio Iturmendi apunta un hecho curioso: que hay quien después de la comunión deja de asistir a catequesis pero que vuelve para confirmarse. «Esto corrobora que los sacramentos se conciben como la esencia de la religión católica, y es más que eso. Para mí, la segunda comunión es igual de relevante que la primera». Elisa Usategui achaca estos datos a que la confirmación tiene un carácter más personal, y por eso no hay tanta fiesta alrededor de ella. «Entre los jóvenes empieza a estar mal vista, así que quien se confirma es porque realmente lo siente», señala. Para la socióloga, la «pantomima » que rodea a esta ceremonia está ligada también a la necesidad social de exteriorizar las distintas etapas de la vida: nacimiento, adolescencia, madurez, maternidad o paternidad, fallecimiento… Así, apunta, antaño la celebración de la licenciatura no tenía tanta importancia «y ahora son los propios alumnos los que la piden», se admira. Del mismo modo, reconoce que muchas bodas se celebran por la Iglesia porque es más bonito, a la familia le interesa el entorno secular que rodea al rito: «la catedral emblemática, el decorado con flores… La liturgia religiosa le da pomposidad a la boda civil», resume. El delegado diocesano de catequesis lo corrobora. «Cuando convocamos una reunión para hablar sobre la eucaristía del día de la comunión, horarios, ensayos, etcétera, aparecen todos los padres. Sin embargo, vienen menos si el tema a tratar es meramente religioso ». Este domingo, la hija de Lydia Martín, Tanya, tiene una cita importante: va a comulgar en la parroquia de San Pedro del barrio bilbaíno de Deusto. –¿Cómo se define espiritualmente? –Soy creyente, aunque reconozco que antes era mucho más practicante que ahora. –¿Por qué ha decidido que su hija haga la comunión? –Por eso, porque soy creyente. Me parece uno de los sacramentos más importantes, porque en el bautismo no se es consciente de lo que sucede y en la comunión sí que se empieza una a dar cuenta de las cosas. Es un bonito acontecimiento para ella. Además, en cuatro años Tanya no se ha quejado de la catequesis. Después de este esfuerzo, se merece la recompensa de la celebración. –¿Cree que es un rito vital? –Es más bien una etapa a seguir dentro de la comunidad cristiana. –¿Se ha desvirtuado el significado de la comunión? –Por supuesto que sí, poco a poco es inevitable que esto vaya sucediendo. Sin embargo, el hecho principal sigue siendo el tomar el cuerpo de Cristo. –¿Le parece que su hija lo entiende? –Del todo seguro que no, pero sí se queda con una idea. Es un paso. Con el tiempo ya decidirá si continuar dentro del mundo religioso. –¿Qué opina ante tanto traje, banquete y regalo? –Lo que rodea a la comunión es consumismo y materialismo puro y duro, aunque también tiene su lado positivo, porque se une a la familia y eso es muy difícil hoy en día. Te reúnes con tus seres queridos y pasas un buen rato, y eso es lo que cuenta. –Hay párrocos que acusan a algunos padres de aprovechar la comunión como una exhibición de poderío económico. ¿Qué dice a esto? –Es normal que los sacerdotes se lamenten. Pero, obviamente, no voy a ir a la comunión de mi hija en vaqueros. Ojo, no por ello me considero consumista. Pienso que después de cuatro años de catequesis, que por cierto, me parece excesivo, hay que celebrarlo a lo grande. No digo que la catequesis no sea necesaria; al contrario, es un instrumento que socializa, pero los niños realizan otras actividades extraescolares y a todo no llegan. –¿La comunión se hace para quedar económicante bien ante los invitados? –Para nada, cada uno paga lo que se puede permitir, o por lo menos así lo veo yo. –¿Qué dice a que algunas parroquias hayan querido imponer para todos la ropa de calle? –Es quitar la ilusión a los niños. Además, no veo coherente que haya parroquias que exijan una cosa y otras otra. –¿Qué le va a regalar a su hija? –Un ordenador, porque ya lo empieza a necesitar para los trabajos de la escuela. –¿Cuántos invitados asistirán? –Son 53, todos familiares de mi marido y míos. Los amigos sólo se acercarán por la tarde para tomar un café.
5 comentarios
¡ACTUALIZA YA! -
ACTUALIZA -
Gorka L.P. -
www.apostasia.es
nunhe -
Con todo ese paston me los llevo de viaje a Eurodisney XD
fuera de cachondeo, una comunión hoy en dia es como una boda! mae mia, y luego no hay dinero...
Gorka L.P. -
Y qué manera más tonta de gastar dinero en comuniones y polladas. Luego dicen que hay crisis. Hipocrisis es lo que hay.
Salud.